sábado, 20 de marzo de 2010

EL TELÉGRAFO: CAMARONES Y BICICLETAS.

a continuación el texto de mi artículo del pasado viernes en diario el telégrafo, titulado "camarones y bicicletas", en el cual citamos al ensayista mexicano gabriel zaid y su célebre ensayo "el progreso en bicicleta".

(tomado de la edición impresa del 19 de marzo de 2010)


Camarones y bicicletas.

Iván Sierra, Consultor empresarial


Hace pocos días me escribió un próspero camaronero que se sentía afectado con el decreto 261. Luego de leer el decreto me quedé en el aire: no supe qué podía molestar de un texto que solamente detallaba y especificaba de mejor manera algunos aspectos de la ley vigente en torno –principalmente- a impedir que una misma empresa llegue a tener miles de hectáreas concesionadas en detrimento de pequeños productores. Entonces recordé a Gabriel Zaid y su célebre ensayo El progreso en bicicleta (http://bit.ly/9TIehg).

Zaid, septuagenario ensayista mexicano, escribió en defensa de las pequeñas empresas y de los microempresarios como fuentes más eficientes de progreso para una economía: “…en las grandes empresas, la productividad es alta en proporción al personal, no a las inversiones. Producen con grandes dosis de capital y el mínimo posible de personal. Cada empleo supone una inversión de cientos de miles de dólares. La misma cantidad, invertida en microempresas, no genera un empleo, sino docenas y hasta cientos. Como si fuera poco, las pequeñas inversiones producen más… Se puede ser feliz a pie, en bicicleta, en automóvil, en avión; a velocidades distintas, con inversiones diferentes. Los medios de transporte cada vez más veloces exigen inversiones cada vez mayores. El progreso más productivo (con respecto a la inversión) es el primero: de andar a pie a moverse en bicicleta. Se paga rápidamente, con inversiones fácilmente financiables. Permite velocidades cinco veces mayores a un costo tres veces menor, en calorías por kilómetro. En cambio, progresar del Boeing 747 al Concorde fue maravilloso, pero improductivo. El mismo Boeing 747, que ha tenido un éxito notable, es relativamente improductivo. Cuesta más que un millón de bicicletas, y la inversión por pasajero es tres mil veces mayor que la inversión en una bicicleta, aunque la velocidad no es tres mil veces mayor, sino treinta…”

Clarísimo Zaid. Me permito un haz de luz adicional: un sastre a quien uno le lleva un corte de casimir gana por traje hecho un 300% ó 400% sobre su inversión (hilos, forro, desgaste de la máquina, horas hombre, etc.). ¿Cuántas empresas tienen esa rentabilidad sobre la inversión?
Aunque el empresario camaronero que me escribió debe tener motivos para incomodarse con el decreto 261, no los entiendo. Entiendo, sí, la necesidad de estimular a los pequeños productores, como los queseros de San Miguel de los Bancos que han conformado una cooperativa comunal, como los artesanos de mimbre de Nanegalito que se han agrupado para mejorar sus condiciones productivas, como la tienda de artesanías Comercio Justo de Cadeate, y como, por supuesto, los parroquianos cooperados de Salinas de Guaranda, donde se ha postergado la industrialización para que nadie se quede sin trabajo. Y todos ellos son rentables.
Cierro con algo del mismo Zaid, en señal que no estoy vendiendo ilusiones ni invocando el combate a la gran empresa: “…la economía en grande y en pequeño pueden convivir. La dualidad esconde una oportunidad de progreso compartido: en avión y en bicicleta…” En una sola palabra: inclusión. En tres: igualdad de oportunidades.

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