las bondades de mi trabajo me llevaron a haití hace poco más de tres años. regresé dolido. ver las escenas de miseria tan lacerantes como numerosas no impresiona, duele.
el terremoto de hace pocos días ha sumergido al país (de 10 millones de habitantes y con un territorio equivalente a la décima parte de ecuador) en un infierno: las cifras de muertos oscilan entre 50 mil y 100 mil. otros tantos estarán agonizantes. y otros muchos han quedado en la calle, en medio de un territorio sin agua potable, sin hospitales, sin seguridad, sin gobierno. han quedado privados de lo poco que atesoraban: su madre, sus hijos, su pequeña casita.
vivir en haití era ya un infierno: a las hectáreas sembradas de miseria se le oponían unas pocas cuadras con mansiones de altos muros. los haitianos vivían cada día un terremoto. ¿qué designio les envió uno más? si dios existiera y no hubiera podido detener el terremoto sería un inepto. si no hubiera querido sería un perverso. en cualquier caso sería bueno cambiar de dios.
mientras eso sucede, podemos cambiar el destino de unos pocos o muchos dólares y enviarlos a haití a través de la página de la unicef que está recogiendo donaciones para tal efecto (con tarjeta de crédito, por supuesto). dinero es lo más eficiente. entregar ropa y alimentos en embajadas o iglesias es cargarlos de un problema logístico a veces insoluble. para quienes se animen, les dejo el link:
http://www.supportunicef.org/site/pp.asp?c=9fLEJSOALpE&b=1023561 finalmente, comparto con ustedes el torpe relato de mis últimas horas en haití, el año 2006. a la distancia, un gran abrazo a marco, mi hermano haitiano, y al niño del texto que a continuación adjunto.
Desde Puerto Príncipe.
Era mi cuarto día en la isla y estaba tan asombrado de la pobreza y del desorden, como de la tranquilidad de sus habitantes, tranquilidad que rayaba en laissez-faire frente a la escasez de casi todo, al desgobierno, al enriquecimiento de pocos.
Faltaban todavía más de cinco horas para mi vuelo de regreso a casa y tenía el amargo sabor intelectual de no haber descubierto la causa primera de los índices económicos y sociales tan deplorables de esta nación, que la convierten en una de las más pobres del mundo. Para explicar sus niveles de pobreza, basta decir que la expectativa de vida es de 57 años. Cualquiera que viva más de esa edad está por encima del promedio, se convierte en caso bienaventurado o extraño.
Por algún deplorable descuido no había abierto siquiera el mapa que compré en el propio aeropuerto a mi arribo, así que mientras tomaba algo en la tienda de una estación de combustibles, decidí verlo. A mi lado estaba Marco, mi guía en la isla, y también mi guardaespaldas, chofer e informante. Le hice unas preguntas mirando el mapa de la isla y él me señaló las zonas agrícolas, las turísticas, las industriales, las populosas. Y mientras lo hacía yo intentaba unir todas esas zonas con las líneas de las carreteras principales, pero las líneas naranja de las carreteras principales eran pocas y cortas. Entonces lo intenté con las líneas azules de las vías secundarias, pero eran también igual de escasas. En una isla apenas mayor que la provincia del Guayas, ir de un extremo al otro por vía terrestre puede tomar hasta doce o catorce horas. Y más de la mitad del país no tiene vías carrozables de acceso.
En la radio de la triste tienda sonaba una tristísima tonada instrumental. Afuera los gritos, el calor y el desorden vehicular pasaban ante mí como una película antigua y lastimera. Marco esperaba la próxima pregunta sobre su país, su querido y hermoso país devastado por malos gobernantes a los que el pueblo ya ni siquiera aborrece. Viendo el mapa entendía lentamente uno de los porqués de la pobreza de la isla: nadie puede vivir en lugares casi inasequibles. Y casi toda la isla lo es. Entonces lo que queda, no alcanza. Y con los gobiernos que han tenido, no alcanzarían ni las riquezas de Arabia.
Furtivo, un niño de aspecto mendicante entró en la tienda y se acercó hasta mi mesa. Era un lindo nene de raza negra, vestido solo con un pantaloncillo y zapatos de tela. Me dijo algo en creole y extendió el brazo. Tomé unos cuantos gourdes (la moneda local) que tenía sobre la mesa y que supuse que el pequeño los había visto. Los gourdes estaban sobre el mapa escaso de carreteras y cerca de las manos callosas de Marco y de mi Coca Cola ya tibia. De fondo, la tristísimo tonada se volvía grave y cacófona. Vi los ojos del niño y me provocó abrazarlo, pero no estaba seguro que él lo deseara también. Afuera su madre lo esperaba torva. Iba a darle los gourdes cuando él me insistió algo en creole. Entonces vi su mano y no estaba abierta, sino cerrada en puño: el niño no quería mi compasión, sino mi alegría. Tal vez porque a mí me hacían más falta los gourdes que a él para ser feliz. Cerré mi mano en puño y chocamos los nudillos; es un saludo caribeño, es un saludo de amigos. El niño sonrió y se fue corriendo. Me dejó su sonrisa clavada en medio de mi descubrimiento, me dejó estas líneas, me dejó un poco más humano.
-Finish the work, Marco. Go to the airport, please –le dije.
Y en el carro lloré. Lloré Haití, lloré la pobreza de alma. Marco no entendía. Y ahora que redacto estas frases desde el aeropuerto de Puerto Príncipe, creo que yo tampoco.
f) Vendedor de sueños
Puerto Príncipe, 17 de septiembre de 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay palabras para describir la tristeza que está viviendo Haití. En este momento voy a hacer una donación y pasar el link a personas que también podrían ayudar. Obviamente esto no alcanza pero es un granito de arena de buena voluntad y compasión frente a tanto sufrimiento.
ResponderBorrarEs difícil imaginarse la historia de un niño que a pesar de las condiciones inhumanas (para nosotros) en las que vive, tiene fuerzas para sonreir y ojos para ver la vida más allá de todos los problemas. Eso es una gran lección de vida para todos cuando nos quejamos por ejemplo, por un par de horas de corte de electricidad.
Gracias por el link.
.
Me has conmovido otra vez. y me has movido a hacer algo que para nosotros es muy facil y para nuestros hermanos de Haití es tan necesario. Tambien voy a reenviar el link de la Unesco. Conmigo tus palabras fueron fecundas muchas gracias.
ResponderBorrarPese a la poca o nada reacción de las autoridades haitianas queda como punto a destacar la solidaridad del mundo ante la crisis. Característica del ser humano, solo ante las adversidades es que se toman medidas precautelares mas no se ven plasmados en el día a día. La situación de Haití refiriéndonos a la pobreza, hambre y poca oportunidad de desarrollo personal es también vista en sin numero de poblaciones, ciudades y en muchos casos hasta países. Está en nuestras manos volvernos más justos, humanos, sencillos y solidarios
ResponderBorrarJorge Alava
Pese a la poca o nada reacción de las autoridades haitianas queda como punto a destacar la solidaridad del mundo ante la crisis. Característica del ser humano, solo ante las adversidades es que se toman medidas precautelares mas no se ven plasmados en el día a día. La situación de Haití refiriéndonos a la pobreza, hambre y poca oportunidad de desarrollo personal es también vista en sin numero de poblaciones, ciudades y en muchos casos hasta países. Está en nuestras manos volvernos más justos, humanos, sencillos y solidarios
ResponderBorrarJorge Alava
Ivan como siempre.. con tu observación que trasciende lo que aparece, lográs mostrar lo real..
ResponderBorrarEs un espanto que un lugar castigado no sólo por la pobreza estructural.... también lo sea por las catástrofes de todo tipo... Ojalá hubiese soluciones que pudiesemos dar y que iluminasen la sonrisa de un chiquito, que desde nuestra mirada pensamos que necesita solo de algo material ....
Gracias a ti por compartir esto con nosotros.
Laura Saez, MDZ, Argentina
Me pusiste la piel de gallina con este artículo.. Gracias por compartirlo!!
ResponderBorrarEs verdad que la situación actual de Haití es crítica, a más de uno nos hace llorar que esta catástrofe haya provocado lo que provocó en Haití; pero NO blasfemes vendedor, para empezar Dios se escribe con mayúsculas no con minúsculas, no hay que olvidar que este país ha dado la espalda a Dios, y se han refugiado en el ocultismo, esto disgusta a Dios y Dios castiga. La solución es Él, la solución no la el dinero, ni nosotros creyendo más que Él y olvidándonos de Él. Uno es libre de elegir a quien amar, ¿eso es libre albedrío o no?. No puedo ayudar económicamente, pero oraré por los justos y por lo que se han olvidado de Dios.
ResponderBorrarno blasfema quien no cree. hace mucho no creo en el dios antropomórfico de los judeocristianos. no creo en ese dios construido de abajo hacia arriba, a quien han creado y le han dado la capacidad de castigar a un pueblo porque "ha dado la espalda a Dios" (cita textual del comentario anterior). abjuro de ese dios. lo desconozco. lo descalifico. antes en sodoma y gomorra, y con el diluvio también, mandó matar incluso a niños inocentes por el mismo motivo por el que asesinaba vito corleone: porque le habían dado la espalda.
ResponderBorrar