viernes, 8 de mayo de 2009

EL PADRE DE ANDRÉS INIESTA.

para quienes alguna vez hemos visto a nuestro hijo triunfar en un campo de juego aunque sea del cole, este relato es conmovedor. el padre del muy humilde, nada mediático y tremendamente inteligente andrés iniesta, relata cómo vivió el partido chelsea vs barça y, en particular, el gol de su hijo. disfrútenlo.

(por si el fútbol le es un poco ajeno: el barça necesitaba empatar frente al chelsea en londres para acceder a la final de la copa en la que participan los campeones de cada país europeo. iban 93 minutos de juego, faltaban segundos para que termine el partido y el marcador daba 1-0 para los locales. entonces llegó el gol de andrés iniesta.)

"No me importó el castañazo de Essien. Siempre pensé que la ilusión de estos chicos nos iba a llevar a Roma. Se lo dije a cuantos nos reunimos en nuestra casa de Sant Feliu de Llobregat para ver el partido.

La confianza de esos muchachos en la victoria ha sido lo que les ha llevado hasta Roma, hasta acariciar la Liga, hasta jugar la final de Copa. Así que esta vez no iba a ser menos. Son todos, todos, chicos 10 y, por tanto, sabía que pelearían mucho más allá del minuto 90. ¡Lo hicieron en el Bernabéu con 2-6, no lo iban a hacer en Stamford Bridge ante el Chelsea!Pero he de confesar que los locutores me ponían un poco nervioso. ¿Por qué? Pues porque no cesaban de recordar a la audiencia que no habíamos disparado ni una sola vez a puerta. Cada vez que les oía decir eso, yo les gritaba "pues a la primera, ¡zas!, la vamos a meter". Y ellos insistían. Y yo gritaba más: "¡Solo necesitamos una, solo una!" Y, gracias a Valdés, bueno, gracias a todos, sí, a todos, la tuvimos.¡Pero qué una tuvimos, qué una! Uuuuufffff.

Cuando vi que el centro de Alves pasaba de largo, cuando vi que Etoo no podía controlarlo, que no se hacía con el balón, pensé, ¡a la porra! Pero, no, vi que el balón le caía a Leo, y si el balón está en los pies de Leo, todo cobra algo de magia. Pero, uuuuuyyyyyy, le veo rodeado de tres defensas ¡tres!, pero él la protege, los atrae, casi los encara, ve a éste, perdón, a Andrés y le cede el balón. Y, como es enorme, buenísimo, se lo cede, raso, pero duro, fuerte. Ese balón tiene que venir fuerte. ¿Por qué? Porque éste, perdón, Andresito, es diestro y, por tanto, si el balón le hubiera llegado desde su derecha, no hay problema, él la empalma de forma natural con el empeine de su pie derecho, pero le llega del lado cambiado y, entonces, si no viene fuerte, dura, es más complicado. Le llega y ¡zas! zapatazo con el empeine exterior y el balón crece, y crece, y crece, y gana velocidad, y altura y, aunque Cech lo intuye, se tira bien, majestuoso, yo sé que no llega, porque el chut se le abre poco a poco, hasta dentro.Y grito. Y gritamos.Y nos abrazamos. Y me tiro al suelo. Boca abajo. Y lloro. Y pataleo sobre el suelo, con los pies y con las manos. Y me cae encima alguno de los míos. Uno, dos, tres, todos. Y oigo bocinazos. Y gritos. Y abro la puerta de casa. Y veo que los de la peña de Andrés salen a la calle. Y que los del bar suben. Y que el pueblo se ha vuelto loco. Loco, como yo. Como mi familia. Como la familia culé. Y suena el móvil. Y es éste, perdón, Andrés y le digo "¡qué grande, Andrés, qué grande!" Y él me dice: "Ya está, papá, ya está". Ya está, ¡vaya si está! A Roma nos ha llevado éste, perdón, Andrés.


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